viernes, 31 de diciembre de 2010

Es tarde, es el final, me dije sentada, mirándote como la última vez que podría hacerlo. Como la última vez que estaríamos conectados de aquella forma. Yo lo sabía, porque con vos me volví un poco más maga que ilusionista, y percibidí todo lo que tenías que ofrecerme, llámate predecible tal vez. Nuestro final ya lo ha sido, ya no hay nada, y es que me da vueltas la cabeza. Se esta acabando este año, lleno de finales, finales tan rotos que se astillaron en mis dedos, por eso y por otras razones más, todos estos textos saben tanto a cicatriz. Y es que, creía y creo, que ahora, con vos había encontrado la solución, o por lo menos te ibas a sentar a mi lado, tomándome las manos y quitándome todas estas astillas, pero no sé, si es que apretamos a la pausa del mando o vamos a cámara lenta, decimelo vos, decimelos con todos los finales que tengo tatuados a mis espaldas. ¿Qué harás vos? Tal vez tanta presión te abruma, y decidis huir, y no sé, si tal vez inyecto demasiada sonrisa por minuto, o que se yo, pero siempre acabas corriendo, con mi miedo y el tuyo tirándolo por barrancos sin nombre. Ya es tarde, y no puedo esperar, solo puedo avanzar, con miedo, sin él, ya no lo se, ¿vos lo sabes? Yo tampoco.