sábado, 8 de enero de 2011

Te echo de menos por las mañanas. Te echo de menos por el verde, desde las diez hasta las cuatro me cuesta respirar. Te echo de menos por las miradas, por los puentes que nos construíamos cuando nos aburríamos y parecían inquebrantables. Te echo de menos desde hace tiempo, y no puedo convertir el menos en más. Te echo de menos porque sí, porque me nace y no se muere, porque está instalado aquí dentro y mi adrenalina se ha encaprichado con vos. Te echo de menos por tus manos y tus caricias que jamás llegaron a jugar con mis células. Te echo de menos de una forma que me cuesta explicar, porque hace que te odie por echarte de menos y mi debilidad se convierta en mi arma cuando estoy a tu lado. Te echo de menos una vez cada hora y me duele. Te echo de menos porque mi suerte no está con vos, eso lo se, y es así. Te echo de menos por tus ojos cargados de símbolos extraños que ni la magia es capaz de explicar. Te echo de menos por tus derrotas, por mis penas. No hay más, sólo queda eso, lo demás vos lo borraste.